Si hay algo que nos suele pasar a todos con la edad es que vamos acumulando cosas. Siempre hay una buena razón para ir guardando aquello que tanto nos gustaba cuando éramos pequeños o eso que se nos ha quedado pequeño: ‘En algún momento volveremos a adelgazar’. Lo que conseguimos con esto es que tanto nuestro dormitorio o nuestra casa comience a llenarse, hasta que de repente llega el día en el que nos damos cuenta de que ya no nos cabe ni un alfiler y decidimos comprar otro mueble para guardar todo aquello que no nos cabe.
Cuando comencé a vivir sola, compré los muebles que me gustaron, dando una imagen a mi casa diáfana y con pocos adornos. Con el paso del tiempo, comenzaban a aparecer cosas por encima de la mesa del comedor, por la cocina o en la entrada, cosas que se iban acumulando o porque no había ganas de volver a colocar todo en su sitio o porque no se encontraba un sitio perfecto donde dejarlo. Pero… ¿dónde lo ponía al principio cuando todo estaba ordenadito en su sitio? Por mucho que echemos atrás la memoria no nos acordamos.
En mi caso, mi pequeño dormitorio era la habitación con menos muebles, consideraba que cuanto más diáfano fuese, mejor estaría. Así que, finalmente, constaba de una cama baja tipo futón, la cortina de la ventana y una lámpara (más diáfano era imposible). Empecé a preguntarme dónde dejaba por las noches el móvil, el libro que estaba leyendo o la ropa. Y ya no digamos nada si vivimos con otra persona, en ese momento hay que dividir el espacio entre dos.
Como bien nos dice IKEA, cuando salimos de nuestro espacio de confort (casa), queremos marcharnos a un lugar donde se respire paz y todo esté limpio y ordenado. ¿Por qué no hacemos eso en casa? Quizá la falta de tiempo es la excusa que nos damos todos para engañarnos a nosotros mismos, pero todos sabemos que es mentira y que, quizá lo que nos hace falta, es algo de organización.
Hay muchas veces que hacer un pequeño cambio, como comprar una simple mesilla, nos hace cambiar el concepto de una habitación, simplemente porque comenzamos a ordenar o a desechar cosas que ya no nos hacen falta. ¿Sabíais que los españoles cambiamos el dormitorio cada 8 o 9 años?, mucho tiempo teniendo en cuenta de lo rápidas que pasan las modas. Un simple cambio puede hacer mucho y, aunque nuestra habitación sea pequeña, tenemos miles de opciones con las que inspirarnos.
¿No sabéis por dónde empezar?, IKEA nos facilita la vida creando unos cursos que nos ayudarán a vivir mejor en nuestro propio hogar: desde cómo poder organizar habitaciones pequeñas pasando por cómo organizar el interior de los armarios para que todo esté ordenado y con fácil acceso. Mesitas de noche con cajones, camas con almacenaje y la utilización de cómodas suelen ser unas opciones muy acertadas para organizar ropa o complementos, dejando más espacio a los armarios para organizar zapatos, bolsos o cualquier otra cosa que queráis guardar, como nos intentan enseñar en la Escuela de Decoración Habitación 365.
Nunca está de más soñar, ¡ojalá pudiésemos tener todos unos enormes vestidores! pero, hasta que llegue ese momento, nos conformaremos con disfrutar de un pequeño cambio, que tampoco es una inversión desmesurada. Así que, si ya habéis decidido que necesitáis ese cambio, sólo os falta elegir qué inversión haréis, que en mi caso será una cómoda (por eso de llenar un poco la habitación y tener algún sitio para dejar las cosas a la hora de dormir.